lunes, 23 de mayo de 2011

Historia 9: Banda de sonido portátil

El sábado por la tarde hice mi ya litúrgico paseo por la plaza que linda mi barrio. A menudo no camino con mi reproductor de música prendido pero esta vez opté por hacerlo, tal vez porque un auto de colores fosforescentes se asomó a mi lado muy lentamente haciendo sonar el tema de moda en Panamá a decibeles desconocidos por el hombre del siglo XX; al mismo tiempo que un colectivo frenaba con chirridos enajenantes provocando por algunos microsegundos un surmenage en los transeúntes que pasaban. Y como a veces la ciudad nos ayuda a tomar decisiones, elegí una música que me brindara la sensación antípoda de lo vivido segundos atrás: La obra de Ennio Morricone interpretada por Yo-Yo Ma.

Si bien vale aclarar que con esta música cualquier circunstancia termina resultando movilizante y reveladora, la escena que describiré brevemente a continuación mereció dos pequeñas lágrimas de alegría salada que emanaron mis usualmente austeros ojos :

Un payaso bastante poco producido se sentaba en el banco de la plaza, solo, con un agujero injusto en la remera y haciendo un gesto de puchero que parecía pintado pero no lo era. Decía con sus ojos al suelo: “¿Cómo llegué hasta aquí? ¿Cuál fue la primera decisión maldita que tomé para terminar vestido de payaso en un barrio tan lejano al mío?

En ese mismo instante una pequeña de unos cuatro años con pelos rojizos y un vestidito de color pastel se acercó al payaso. Lo investigó por unos segundos buscándole la mirada. Y cuando el payaso desganado escuchó ruidos, alzó la vista para encontrarse con la pequeña que le hizo una mueca con esa gracia que sólo la ingenuidad de haber vivido poco puede lograr. Y el payaso, que apenas unos instantes antes quería que lo tragara la tierra, sonrío consolado y dejó que la niña juegue con su flor marchita que pendía del ojal. Y justo en ese instante Ennio Morricone lanzaba al aire su melodía simple y melosa y Yo-Yo Ma hacía llorar al Cello. El mundo se había invertido por un segundo, una pequeña hacía justicia al hacer reír a un payaso y yo sospechaba seriamente si realmente no somos todos actores de reparto de una gran película italiana.

3 comentarios:

  1. Sencillamente excelente momento!!

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  2. Mientras volvía hacia mi departamento lamentablemente no noté cuando el hombre de la plaza metía a la niña en su van y salía "quemando llantas", como quien dice.

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  3. Io sono l'amore, io sono Dolce tormento!
    Què divino leerte.
    te gusta la palabra surmenage. Me sale decir surmenage a troi, pero no.

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