lunes, 23 de enero de 2012

Historia 19: El viejo Savio

Al llegar a la aldea de Nala en las afueras de Katmandu, solamente se hizo presente un anciano con ropajes tradicionales nepalíes y una sonrisa de algunos dientes en peligro de extinción.
Le pregunté como se llamaba. Nada. Le pregunté si sabía dónde podía comer algo. Niente. Visto que no ofrecía respuesta alguna osé preguntarle cuál era el sentido de la vida. El viejo miró para otro lado. Ahí nomás recordé a aquel jugador brasileño que tantos dolores de cabeza nos causó y tan bien trataba a la pelota. Qué será del viejo Savio?

martes, 17 de enero de 2012

Historia 18: El petróleo mueve a Edmundo

Apretado como una sardina en un pequeño trolebús nepalí me encontré con una interminable fila de motos y autos esperando para cargar combustible de un solo expendedor. Cuadras y cuadras de viajeros y viajantes practicando el arte de la paciencia. Para mis adentros no pude evitar recordar al polémico jugador brasileño de fútbol, ese que ostentaba riquezas y compraba cuanto lujoso automóvil se le cruzara camino al sambódromo; y pensé... el petróleo mueve a Edmundo.

domingo, 8 de enero de 2012

Historia 17: Y si la vida ES un juego?

(Sepan disculpar la falta de tildes y demases por estar escribiendo desde un teclado nepali)

El tranporte en Katmandu es realmente un caso de studio ejemplar. Las grandes ciudades del mundo deberian visitarla para nutrirse de sus ensenianzas. Las opciones son innumerables: los Rickshaws son bicicletas con un asiento detras para dos personas, los Motorickshaws se explican por si mismos. Los tampus son motonetitas que llevan un carrito detras para 15 personas. La Autovan es una traffic tradicional, al Microbus y el Taxi ya los conocemos. El pasajero puede elegir el que quiera dependiendo de las distancias y los presupuestos. Todos ellos conviven en una misma ciudad con calles sin manos ni semaforos. La bocina es un commodity, la usa desde la bicicleta mas antigua hasta la camioneta mas potente, y la usan en todo momento como si fuera necesario hacerla sonar para que el vehiculo avance.

Pasados algunos dias en la ciudad, decidi tomarme un descanso de los claxon y realizar un recorrido por decenas de aldeas en el valle de Katmandu, visitando agricultores y caminando hasta que las rodillas pidan a gritos un cambio. Pero esta es otra historia, estabamos hablando del transporte. Una vez que llegue al ultimo pueblito del mapa, debia regresar a la ciudad, pero no iba a caminar nuevamente por tres dias asi que decidi tomarme el colectivo local que me devolveria a la urbe.
Mientras esperaba el bus, cansado y aburrido, una pequenia nepali de unos ocho anios casi disfrazada con botas de cowboy y una gorra con orejas de vaca se me acerco y me pregunto mi nombre para comenzar una conversacion con esa gracia que los adultos nos olvidamos en algun tobogan de plaza y nunca recuperamos. Charlamos un rato hasta que llego el colectivo y ella corrio con su tio (ella lo llamaba “small father”) para subirse junto a el.
El micro estaba colmado con gente en el pasillo que llevaba cajas, bolsas, valijas, un par de gallinas y con pasajeros osados que iban en el techo. Logre apretujarme entre todos para terminar justo a una persona de distancia de mi amiga con sombrero de vaca. El micro comenzo a bajar por el camino de montania tocando bocina por si alguien venia del lado contrario. El camino era muy angosto y el micro iba demasiado rapido. Cada tanto frenaba de golpe y la gente se quejaba y gritaba. Fue la primera vez desde que deje mi casa que tuve miedo.
Mientras me dedicaba a tener pensamientos horribles sobre mi persona y el precipicio que me rodeaba escuche una vocecita que me llamaba. Por entre las piernas de su tio mi amiguita me gritaba a carcajadas: “This is fun!” a la vez que el micro frenaba y todos juntos nos desplazabamos hacia un lado cual pogo de banda de rock. Y si,no me quedaba otra. Le devolvi la risa a mi ya vieja amiga y nos pasamos el resto del viaje haciendonos caras graciosas entre la gente y jugando a que estabamos en una montania rusa.
Llegamos asi a la ciudad sanos y salvos, y apurados por el resto de los pasajeros que llegaban tarde vaya uno a saber donde, nos saludamos a la distancia. Ella volveria a jugar a que era una autentica Cowgirl y yo a que era un viajero intergalactico en busca de nuevas aventuras.