Apretado como una sardina en un pequeño trolebús nepalí me encontré con una interminable fila de motos y autos esperando para cargar combustible de un solo expendedor. Cuadras y cuadras de viajeros y viajantes practicando el arte de la paciencia. Para mis adentros no pude evitar recordar al polémico jugador brasileño de fútbol, ese que ostentaba riquezas y compraba cuanto lujoso automóvil se le cruzara camino al sambódromo; y pensé... el petróleo mueve a Edmundo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario