miércoles, 29 de junio de 2011

Historia 11: Que las hay, las hay

A unas cuadras de mi casa hay una plazita que tiene el mejor banco del barrio. Los fines de semana me gusta ponerme mi camisa verde manzana, llevarme un mate y leer un rato algún libro que no requiera la mayor de las concentraciones. Camino a la plaza, suele haber una señora sentada en un pupitre con un cartel escrito en marcador que dice: “Samira. Tarot-Videncia- AbreCaminos”. Desde que vivo en el barrio nunca había visto a nadie sentado en el pupitre junto a la señora vidente, hasta hace unos días atrás.


Para mi sorpresa, la valiente sentada en el banquillo aquella tarde era una mujer joven con mucho estilo. Tenía unos pantalones estampados con flores, de esos que se pegan al cuerpo y que tanto nos gustan a los hombres, y una expresión de asombro constante en su rostro, típico de las mujeres que caminan levantando mucho las rodillas. Yo quería, necesitaba, imperiosamente escuchar qué era lo que le presagiaba la bruja urbana a esta chica florecida. Comencé, entonces, a caminar muy lentamente para orejear la conversación. “Sos una pequeña con sueños hermosos que a veces se tornan fantasías que te impiden…”

A esa altura de la frase yo ya había perdido todo tipo de disimulo y prácticamente estaba parado frente a la bruja, detrás de la muchacha florida, intrigado por saber cómo terminaba la oración. Ahí nomás, la bruja notó mi presencia entrometida pero me miró fijo a los ojos como quien perdona a otro con la mirada mientras seguía con su devolución “…tomar decisiones realistas que dibujen el mundo que deseas.”

Continué con mis pasos unos pocos metros más para disimular mi curiosidad felina y evitar por si acaso ser ojeado otra vez por la bruja urbana, pero luego de haber transitado media cuadra decidí dar media vuelta y realizar una segunda embestida. Utilicé el mismo método que la vez primera, que consistía básicamente en caminar muy lentamente por enfrente de la escena y poner una pésima cara de quien está pensando en otra cosa. La bruja, que por algo es bruja, notó mi renovada presencia enseguida y nuevamente me miró fijo a los ojos mientras continuaba con una frase “...que cambiará tu vida. Él te ayudará a cumplir tu sueños y tu harás lo mismo con los suyos. Él tendrá una camisa verde manzana y unos ojos miel que cambian con el sol” Y mientras recitaba tan bellas palabras mis ojos miel se iluminaron y la bruja dejó escapar una leve sonrisa que sólo yo percibí.

Me fui alejando nuevamente, ahora casi bailando, con la urgencia de pensar una excusa para tropezarme casualmente con la muchacha floreada e invitarla a que cumpla mis sueños y yo los suyos. Cómo logré mi cometido (y si lo logré) es digno de otro relato. Lo cierto es que bien sabe lo que dice Samira cuando en su letrero de marcador se define como AbreCaminos.




4 comentarios:

  1. Hola Menudo,

    Nos gustaría publicar algún post tuyo en "Oblogo" (www.oblogo.com). Si te interesa, por favor escribime a vanesa@oblogo.com.

    Gracias y saludos.

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  2. Qué grande menudo!! que empiece a salir en oblogo!! Y que me cuente como le fue con la chica del pantalón estampado y ajustado! Si le va bien ganan todos! Hasta la bruja!

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  3. Hola! Muy buen blog, me gustaron mucho estas historias.
    Qué suerte que justo esa era Samira y no alguna gitana que te maldicen como en las películas, jaja.
    Y qué pasó con la chica florecida?

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  4. Las flores sientan bien en éstos días así un poco grises un poco fríos.

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